miércoles, enero 17, 2007

¿Por qué nos aterra la muerte? ( II )




Últimamente, reflexionando sobre lo que he leído a lo largo de mi vida, sobre lo que he escuchado y sobre lo que he visto, he llegado a la conclusión de que si incluyéramos en la formación de los niños, los adolescentes y los jóvenes la asignatura de la Muerte, (adaptando a cada edad el desarrollo del tema), el comportamiento de las personas sería muy distinto del que ahora "sufrimos".

Creo que si a partir de los cinco años, a los niños se les pusieran ejemplos, por medio de lecturas de cuentos, de casos de muerte por enfermedad, por accidente o simplemente por razones de edad de una forma lúdica, sin dramatizar, como un echo normal, tal como lo es el nacimiento se podría evitar la angustia y el miedo a lo desconocido que sufren, que hemos sufrido, muchos niños. La Muerte es tan natural como acostarse a dormir cuando llega la noche.

A los adolescentes se les podría ampliar la información dándoles a conocer el por qué llega la Muerte en determinados casos y que se podía haber evitado, por lo menos en personas jóvenes. Se les podría explicar como evitar una muerte prematura que se ha debido a una equivocada actitud ante la vida: mala alimentación, actividades físicas peligrosas, consumo de drogas, desconocimiento de ayuda ante un accidente, o como superar situaciones que hacen pensar en el suicidio como una liberación a las presiones que la sociedad, mediante la inconsciencia colectiva, les somete.

A los jóvenes, en la universidad, y con la formación que ya han recibido en anteriores etapas, se les podría formar mediante disciplinas filosóficas y éticas de manera que cualquier actitud que adopten en la vida diaria debe conllevar la idea de que la Muerte es un echo real y que al final nos iguala a todos, por lo que enfocar nuestros afanes hacia logros que no sean éticos es desperdiciar la gran oportunidad que nos da la vida para ser felices, evitando la ambición desmesurada, siendo mas solidarios y respetando a los demás. El resumen de esta actitud sería: Si en los últimos instantes de tu vida tuvieses cinco minutos de lucidez y te preguntasen: ¿Has participado en el bienestar de la sociedad o te has inhibido de tu responsabilidad hacia ella?.

Estas lucubraciones mías, por supuesto utópicas en una sociedad individualista, materialista, consumista y competitiva como la nuestra, son fruto, como ya dije anteriormente, de meditaciones en momentos de soledad, aceptada y disfrutada, en lugares en que el ambiente y el paisaje se prestaba a la idealización de otras formas de vida que realmente fuesen el resultado de un avanzado estilo de vida, mas civilizado (Civilización: Conjunto de ideas, creencias religiosas, ciencias, artes y costumbres propias de un determinado pueblo), mas solidario y mas humano. ¿Y que tiene esto que ver con la Muerte?, pues sí tiene que ver puesto que si las gentes tuviesen una cultura universalista, no necesariamente que todos fuésemos sabios, y se conocieran la verdadera magnitud del universo (el conocido hasta hoy) y la ínfima partícula que somos comparada con él y estuviéramos familiarizados con las etapas y evoluciones de la madre Naturaleza, de la que somos hijos y no amos, estaríamos en condiciones de comprender que el brevísimo espacio de tiempo que transcurre entre el nacimiento y la Muerte de una persona merece ser empleado en ser felices y no amargarnos la vida con odios, envidias, malquerencias, deseos impuros y destrucción de valores que dignifican y enaltecen al ser humano; en definitiva: Que cuando la Muerte se produzca nos sintamos orgullosos de lo que hemos echo en la Vida.


La muerte sólo tiene importancia en la medida en que nos hace reflexionar sobre el valor de la vida.
André Malraux (1901-1976) Novelista y político francés.

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3 Comments:

Blogger Isabel Barceló Chico said...

Opino, como tu, que debería haber una información y formación sobre la muerte en los distintos niveles de aprendizaje. Esto es algo que, entre tanto, cada familia puede hacer en su casa, en su vida. Yo lo hice así con mi hijo, sin forzarlo, pero sin ocultar nada. Te diré que murió un amigo nuestro, cuyos hijos eran también amigos del mío, aunque vivíamos en ciudades distintas. Mi hijo vino con nosotros, estuvo en el velatorio, etc y acompañó a sus amigos hasta el último momento, quedándose incluso con ellos durante toda la noche. En cambio, un primo hermano de los huérfanos, de la misma edad que mi hijo, no acudió al tanatorio ni al entierro. Me dijo su madre (hermana del difunto) que ella prefería que recordasen a su tío con vida, y no muerto. Y yo digo, ¿y sus primos? ¿Qué momento hay mejor para acompañarlos que ese? ¿es que el chico no tenía capacidad para encajar esto? (¡Tenían ya unos 18 años!)
Cuando mi suegro estaba a punto de morir, llegado el momento en que los médicos dijeron que era cuestión de horas, mi hijo, que hasta entonces había entrado en la UVI a visitarlo, se sintió angustiado y me preguntó qué hacía, si entraba a ver a su abuelo o no. Yo le contesté que en esa materia nadie podría darle un consejo. Pero - le dije -no pienses en ti, piensa en tu abuelo. Él entró y creo que no se arrepentirá nunca de ello. Hacer frente a la muerte cuando se presenta, inscribe en nuestro corazón y en nuestro espíritu un mensaje que creo que nada puede borrar.
Besos, querido amigo.

1:46 p. m.  
Blogger Juan said...

Me alegra saber que no soy un bicho raro por pensar que la idea de la Muerte debe formar parte de nuestra vida cotidiana como lo es el nacimiento o la enfermedad. Creo que la formación que le has dado a tu hijo lo hará mas realista ante la Vida que si viviera tapandose los ojos e ignorando que la Muerte viaja a nuestro lado desde que nacemos. Sin querer decir que debamos vivir obsesionados con ella, pues para eso hay que formarlos y hacerles comprender no es tan importante como para impedirnos ser felices mientras vivimos. Sentimos dolor por la perdida de un ser querido pero eso no debe llevarnos a maldecirla o temerla por creer que sólo ella es la causante de la perdida.
Besos Isabel.

8:58 p. m.  
Blogger Luis Amézaga said...

Los que han estado cerca de ella hablan de un estado de consciencia global, de conocimiento natural, y de que se encuentran en su casa. Generalmente no quieren volver, pero lo hacen empujados por diferentes motivos. La muerte puede asustar porque no se la conoce y porque la vida que sí conocemos, a veces asusta. Pero considero que la muerte, no plenamente, pero sí tangencialmente, se puede experimentar en vida. Como tú bien has señalado, en procesos de soledad y silencio, desprendiéndonos de paralizantes códigos morales o prejuicios religiosos y laicos.

12:24 p. m.  

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