¿Por qué nos aterra la Muerte?
Durante mis sesenta y siete años, y a raíz de perder de forma repentina a mi padre a la edad de dieciocho, siempre me he sentido acompañado de la imagen, por llamarlo de alguna manera, de la Muerte. Por mi profesión (topógrafo) me he visto obligado a desplazarme constantemente por periodos de tiempo que van desde sólo unos días a varios meses e incluso varios años. He vivido en infinidad de alojamientos, posadas, hoteles, pensiones, casas particulares, etcétera. Mi trabajo, siempre en zonas rurales, entre montañas o en puertos de mar, me ha proporcionado la gran satisfacción de vivir la soledad, elegida, que no forzada, en grandes extensiones de tierras desérticas y en montañas pobladas de frondosas pinadas (ecosistema mediterráneo), por lo cual, sin distraer mi trabajo, he tenido muchas ocasiones en las que el ambiente ha favorecido la meditación y la introspección: días de oscuros cielos tormentosos en medio de una llanura, días tristes de lluvia "calabobos", fuertes temporales de mar (contemplados desde la playa o el puerto), noches claras en las que la bóveda celeste era semejante a una gran colonia de luciérnagas. Y también en la humilde habitación de una casa de campo o en la fría y desangelada habitación de la pensión de un pequeño pueblo, y también, porque no, en el coche, durante largos viajes por carretera, lloviendo torrencialmente, sufriendo un calor tórrido o viendo caer la nieve en los solitarios puertos de montaña del Bajo Aragón. Sin olvidar la vivificante sensación de bienestar que experimentaba al inspirar profundamente el aire fresco que, tras la lluvia, venía perfumado por las diversas plantas aromáticas que pueblan los montes.
Hago esta breve exposición de mi modus vivendi para que los amables lectores se hagan una idea de que, a parte de mi tendencia natural a la introspección, el ambiente, el entorno, favorecía la ensoñación y la meditación sobre cualquier cosa que me viniera a la mente, por ejemplo, y sin poder evitarlo, con bastante frecuencia el tema era la Muerte. Había leído algunas cosas sobre ella, había hablado con personas de distintas edades y clases sociales, pero siempre me quedaba como que me faltaba la respuesta definitiva a las preguntas que yo me hacía: ¿Por qué le tememos a la Muerte si sabemos que en el instante de nacer iniciamos la andadura que nos ha llevará irremediablemente a ella ?. ¿Que actitud deberíamos adoptar en la vida para que no nos entristeciera o nos aterrara el pensar que cualquier día, en cualquier momento, la Muerte se presentará para llevarnos al otro lado de la vida?. Debo decir que no soy creyente, con lo cual excluyo las respuestas que me puedan dar los que sí lo son ya que, y que me perdonen los creyentes, me parece un cuento infantil lo que la religión, cualquiera de ellas, nos promete para cuando llegue el momento de la verdad.
El tema da para mucho por lo que lo dejo aquí y en el próximo post continuaré con mis especulaciones y con las de ustedes si así lo desean.
Duerme con el pensamiento de la muerte y levántate con el pensamiento de que la vida es corta.
Anónimo
Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte.
Leonardo Da Vinci (1452-1519) Pintor, escultor e inventor italiano.
Etiquetas: Miscelanea
3 Comments:
Sólo existe la idea de la muerte si hay vida.
besos
Pero ¿por qué nos espanta pensar en la muerte mientras estamos vivos?. Es lo mas natural del mundo, como el nacimiento, como la enfermedad, como el dolor, como el desamor... Tras miles de años haciendonos compañía ya deberiamos aceptarla igual que aceptamos una gripe, ¿no te parece, Pura?.
Una cuestión muy interesante, juan, y más todavía en estos tiempos en que la muerte se oculta, su visión se ha erradicado de la sociedad, aunque así dicho parezca mentira. Me explico. Hoy poca gente muere en casa y mucho menos se los vela en ellas. Se va a un tanatorio, todo muy aséptico. Incluso en los últimos (y hablo de hace cuatro o cinco años) ni siquiera ya hay puerta en la sala para poder acceder al cuartito donde está el difunto. Así que ni siquiera la familia puede darle un beso antes de que se cierre el ataúd. Está feo morirse. Apartamos a los muertos. Creo que una sociedad que olvida que todos y cada uno de sus individuos ha de morir, está muy errada. Al menos, eso opino yo. Y no sé si está muy generalizado el miedo a la muerte: lo que no existe tampoco produce temor.
Saludos, querido amigo, ya pasaré a ver cómo sigue este tema tan interesante.
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