Marketing directo

Si alguno/a de ustedes quiere vender su barco, no tiene mas que tomar ejemplo de los sesudos especialistas en marketing directo que han diseñado la campaña de publicidad para promocionar la marca de estas embarcaciones.

Es muy sencillo:
Contrate a una pelandusca, o dos, que ande floja de liquidez y a un módico precio por hora le montará unos numeritos capaces de atraer a los monos de Gibraltar. Pues eso, en un santiamén tendrá usted su quiosco rodeado de una multitud, masculina sobre todo (en realidad es a los que va dirigida la promoción porque a las mujeres no parece que les haga mucha ilusión lo de gobernar un barco), y dispuesta, si no a comprar, a mirar y admirar la mercancía expuesta.

Por mi parte, aunque no soy especialista en marketing, ni en nada, sí se me ha ocurrido una idea que podría complementar, y mucho, la venta de embarcaciones. La idea en cuestión es que ponga usted un puesto de cámaras digitales o de usar y tirar junto al estand de los barcos y, estoy seguro, que va a funcionar posiblemente mejor que lo de la náutica. Pruébelo hombre, pruébelo y ya me contará.



Pelandusca sobre la embarcación rodeada de futuros compradores.
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Una segunda pelandusca en su lugar descanso mostrando la popa del barco y, ya que estaba allí, aprovecha la ocasión para promocionar la suya. La popa suya, digo.
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Dos pelanduscas haciendo una demostración del sabor marinero de la embarcación.
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La pelandusca de la foto está haciendo una demostración de cómo se debe utilizar la palanca de aceleración y desaceleración, pues este barco no lleva pedal de acelerador.
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¿Se fija usted, futuro/a vendedor/a de barcos, la cantidad de hombres que hay sin cámara de fotos?, ¿Se imagina el negocio complementario de la náutica?. Fabuloso.

Hagan ustedes la prueba con ese barquito que tienen muerto de risa en el garaje y no se arrepentirán, bueno, a lo mejor, o a lo peor, tienen algún conflicto matrimonial, pero eso ya se sabe que no es mal de morir. Ya se le pasará, con un ramito de violetas todo solucionado.

¡A vivir, que son dos días! y uno nos lo joderá el zapatero.