viernes, noviembre 17, 2006

Corrupción antes y ahora



Cicerón (106 a. de C.- 43 a. de C.) en su libro "De Officiis" nos ha transmitido uno de los más perfectos tratados de moral de la antigüedad pagana. San Ambrosio, en sus "Deberes de los ministros" escribió una especie de breviario moral sobre los deberes de los cristianos. Silvio Péllico, en días de lucha y de prueba para la libertad, compuso su celebre libro "Deberes de los hombres". Otro pensador, Julio Simón, en su libro "Le Devoir", elevándose a las alturas de la filosofía, ha tratado cuestiones de grandísimo alcance moral. Por último, por citar sólo autores de la antigüedad, Samuel Smiles ha aportado su grano de arena a la formación moral de las personas con el libro "El Deber", publicado en Londres en 1882.

Vienen estas citas a cuenta de los escándalos sobre cohechos, sobornos, prevaricación y blanqueo de capitales obtenidos de forma delictiva, que estos días salen a la luz pública y que vienen a demostrar que la corrupción entre los servidores públicos existe (no todos, claro está, los funcionarios honestos no deben darse por aludidos) desde tiempos inmemoriales. Debe ser un virus que circula por los organismos oficiales y que ataca a unos y a otros no, como la gripe.

En su libro "El Deber", Samuel Smiles habla de la conciencia, de la honestidad, de la rectitud de carácter, en fin, de las virtudes con que todo hombre (y mujer también ¡ojo!) y en especial los administradores de los bienes públicos deben adornarse para ser respetados y dignos de confianza.

Reproduzco unas líneas de este libro:
"".... fuera de Inglaterra es lo mismo. Los peores son la Rusia, el Egipto y España. La corrupción de los empleados públicos en Rusia es lo más vergonzoso, hasta en los más elevados puestos. Tenéis que comprar a fuerza de oro lo que tengáis que hacer, desde los arreglos entre los proveedores y empleados que tienen que comprobar, hasta la entrega directa de los materiales, prevalece el cohecho en todas las formas imaginables. La disculpa que se da es que los empleados públicos están muy mal retribuidos. En la construcción del ferrocarril entre Petersburgo y Moscou, inmensas sumas fueron pagadas a los ingenieros y obreros, y robadas por los inspectores y directores. En Alejandría (Egipto), es enorme el "gotear", como allí se le llama, todo puede comprarse con oro. En España todo buque tiene que abrirse paso para el puerto después de haber sobornado a los empleados de la aduana. La disculpa es la misma que en Rusia: los empleados civiles en España no pueden vivir si no admiten cohecho"". Esto lo escribía en 1882 y si levantara la cabeza, hoy 124 años después, no tendría mas remedio que copiar lo que dijo entonces, letra por letra.

Me pregunto ¿Por qué la mayor ambición de un ciudadano es llegar a alcanzar algún grado de poder, por mínimo que sea, o algún puesto, por modesto que sea, en la administración de los bienes públicos cuando estas obligaciones deberían ser rehusadas mayormente por el alto grado de responsabilidad que conllevan?.

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2 Comments:

Blogger Isabel Barceló Chico said...

La corrupción es, desde luego, una plaga de difícil contención, siempre presente aunque unas veces es más visible que otras. Lo peor de todo es que cuando alcanza a sectores amplios de la población, lo impregna todo. Esto lo digo por la corruptela tan inmensa que hay en la construcción. Pero claro, si a un labrador que no saca más que disgustos y gastos de su campito, le ofrecen un puñado de millones que no ganaría en toda su vida...pues ahí lo tienes. En fin, un problema que ya veremos cómo se resuelve.
Luis, creo que te gustarían los blogs "El café de Ocata" y "En el bosque", ambos tienen links en mi página.
Ha sido una alegría encontrarnos. Te enlazo yo también. Besos y hasta pronto.

12:49 a. m.  
Blogger Isabel Barceló Chico said...

Juan, te pido disculpas por llamarte Luis. Estaba pensando en el titular del blog "En el bosque" y, sin querer, te he atribuído su nombre. Besos.

12:51 a. m.  

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