Globalización si, o no
Ayer tarde tuve una conversación con un amigo sobre la globalización si o globalización no, sus ventajas y sus inconvenientes. Mi opinión que, ya la conocía él, era que: Globalización = Ricos + ricos y pobres + pobres. Su opinión era que se eliminarían barreras al comercio con lo que se abaratarían los precios, así como que se facilitaría la movilidad de trabajadores y de empresas; el capital circularía con más fluidez y sin tantos gastos de gestión y estas liberalizaciones traerían consigo más empleo y más consumo, con lo que se generaría más riqueza para todos. Así de sencillo lo veía él. Ni yo me dejé convencer con sus argumentos ni el admitía que yo fuera tan radical con los míos. Por el camino hacia mi casa iba pensando en lo que habíamos hablado y entonces recordé que tenía guardado un recorte del periódico "Las Provincias" de Valencia fechado el 15 de noviembre de 1986. Lo había guardado porque, hace veinte años, me pareció el paradigma del "todo vale" para el enriquecimiento, iba a decir envilecimiento, de unos pocos individuos carentes de la más mínima dosis de vergüenza ni de ética ni de honestidad, en perjuicio de los ingenuos consumidores, como siempre. Aquí reproduzco la columna del periodista Daniel de Busturia en aquellos tiempos en que España todavía se encontraba en trámites de consolidación de la democracia.
"" ¡Y yo que creía que comerciar es una cuestión relativamente simple, en la que uno paga y el otro le remite la mercancía por el camino más corto!.
Veamos: Un comerciante de Túnez le vende a otro de Palermo 7.000 toneladas de aceite de oliva. El aceite se carga en un barco y lo lógico era que el navío hubiese viajado a Italia (ésta era la transacción comercial), para allí ser sometido a unas manipulaciones que, por arte de magia, le hubiesen permitido adquirir la condición de purísimo aceite italiano. De Túnez el barco, con el aceite, pone rumbo a Grecia, porque se obtiene una ventaja financiera habida cuenta de la relación existente entre el dracma verde y el dracma normal.
De allí el barco partió para Rótterdam, donde el aceite fue importado y nacionalizado comunitario. Razón: la mejor relación existente entre el dracma y el florín, los M.C.M., en moneda griega y holandesa a la hora de calcular los derechos y exacciones de entrada. Pero, antes de llegar a su destino final italiano, el barco, con un cargamento viajero llegó a España. alerta general. Escándalo. ¿Cómo nos van a inundar de aceite tunecino?.
Pues no era así. España no era el destino último del aceite, sino un lugar de transito obligado para que un aceite pagado en dracmas, desaduanado en florines, nacionalizado comunitario por las autoridades aduaneras holandesas, introducido en España con devolución en Holanda de montantes compensatorios, se reexportase finalmente desde España a su destino original (Palermo) previa percepción de unas primas o restituciones que se otorgan a la exportación de aceites de oliva de una determinada calidad.
Y así de sencillo es hoy el comercio. Cualquier relación producto-cliente pasa a segundo plano. ¿No sería, entonces, mejor inventarse un barco fantasma y un aceite simbólico y hacer negocio financiero con el mero transito de papeles, dejando que el señor de Palermo no tenga que traficar un aceite tan mareado?""
Pues sí don Daniel, y no le quepa duda de que, en pocos años, los ingenieros financieros lograrán construir un entramado tal que los alcones de las finanzas puedan sustituir los barcos, aviones, ferrocarriles y aviones por unos simples tramites (falsos como los duros sevillanos)normalizados y autorizados por las altas instancias del máximo organismo (no recuerdo sus siglas, ni falta que me hace) del comercio mundial.
Etiquetas: Sociedad
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