miércoles, octubre 25, 2006

Egocentrismo


leído en La Clave
HUMANAMENTE HABLANDO
por Heleno Saña
(Resumen)

De vez en cuando, en el universo literario y periodístico, se encuentra a alguien que analiza, con lucidez y certera visión de la realidad cotidiana, el origen y la causa de las miserias humanas que padecemos. En este caso es Heleno Saña quien nos muestra la imagen que se refleja en el espejo de nuestra mediocre sociedad. He aquí un resumen de su articulo:

"Cuanto más vació está el hombre por dentro, más tiende a hincharse por fuera. O lo que es lo mismo: cuanto menos se es, más se quiere aparentar. Esta vieja debilidad humana se manifiesta sobre todo en épocas históricas mediocres y estandarizadas, que suplen su carencia de valores intrínsecos con el culto a lo extrínseco, la nuestra es, creo, una de esas épocas. Después de eliminar a Dios, el hombre moderno ha pretendido ocupar su puesto y elevado su pequeño e insignificante ego al categoría de lo Absoluto.

(...) La única verdad que el individuo medio de la sociedad actual reconoce es él mismo. En este sentido es lícito definir nuestra sociedad como una sociedad egocéntrica. Y el primer resultado de este egocentrismo es la negación de todo lo que se oponga a su desarrollo. A este egocentrismo pertenece no sólo la codicia material y la falta de consideración hacia los demás, sino también la vanagloria, término que utilizo como síntesis del afán de figurar y de acumular trofeos no importa de qué naturaleza con tal de que puedan ser expuestos en la feria de vanidades como prueba de lo lejos que uno ha llegado: poder, dinero, éxito, fama.

(...) Como escribió Milton Friedman hace años en The Sunday Times Magagazine: "La única responsabilidad de los ejecutivos es la de incrementar las ganancias de la empresa", una máxima que sus discípulos neoliberales han elevado a verdad suprema de la ciencia económica. Que la multiplicación de los beneficios va acompañada a menudo de la multiplicación del desempleo, de la precariedad laboral y de la desigualdad social no parece preocupar a los adalides del capitalismo salvaje, tampoco a la media docena de premios Nobel de Economía que hace pocas semanas se reunieron en St. Gallen (Suiza) para pedir no un reparto más justo de la riqueza, sino más competencia y dinamismo." Más, más, más.

Que más se puede decir y más claramente exponer que los males de nuestro tiempo no son los gobiernos de derechas o de izquierdas, ni de los dictadores o de los demócratas, ni de los militares o los pacifistas?. Los males de nuestro tiempo tienen sus raíces en el culto al becerro de oro que, como ya sucedió en los tiempos bíblicos, ha vuelto a adueñarse de las masas y, en especial, escandalosamente y delictivamente, de los amos del capital, o sea la explotación del hambriento Sur por parte del opulento Norte o la rebelión del pobre Oriente contra el rico Occidente.

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