El pocero

Este regordete y mofletudo señor, con expresión inocente y dubitativa, que se llama Francisco Hernando Contreras, aunque es popularmente conocido por el sobrenombre de "el pocero", nació en el madrileño barrio de Tetuán y dicen de él los medios de difusión, información y orientación ciudadana que no sabe leer ni escribir (?). Dicen también, que pasó toda su juventud desatascando las alcantarillas de Madrid y que hoy está construyendo, en el desierto toledano de Seseña, la mayor urbanización de la historia de España: 13.508 viviendas. Continúan los medios informándonos de que estas viviendas se construyen en una parcela de 1.8 millones de metros cuadrados que la Junta de Castilla-La Mancha recalificó poco después de que "el pocero" la comprara a un precio irrisorio. Nos informan también los medios de que este señor, por lo visto un alquimista que ha encontrado la tan buscada y deseada fórmula para convertir el barro de los ladrillos en oro de pura ley, ha encargado a unos astilleros italianos una embarcación de 72 metros de eslora y 13,5 de manga, lujosamente equipada (a la que solamente supera, sólo ligeramente, el yate Lady Moura, uno de los pocos más lujosos del mundo propiedad del magnate saudita Nasir el Rashid), y por la que va ha pagar al contado 60 millones de euros (Diez mil millones de las antiguas pesetas).

Hasta aquí lo que dicen los medios de difusión, información y orientación ciudadana.
A continuación unos momentos de reflexión ciudadana que son obligados, aunque poco ejercitados, después de la lectura de una difundida información: ¿Cómo es posible que, en menos de treinta años, un señor pase de llevar una existencia más bien modesta con el sueldo de un desatascador de alcantarillas, a permitirse el gasto de sesenta millones de euros en un capricho náutico?. Es de suponer, ante lo suntuoso del capricho, que su patrimonio excederá con creces y más creces el valor de su chalupa. Cuando ya habíamos digerido el asunto de Marbella y el inmenso patrimonio del cerebro que lo organizó, el señor Roca, mas el menor, pero no menos vil, enriquecimiento de otros menores chupópteros del arca municipal, nos informan de este inconcebible y fabuloso enriquecimiento (todavía no a sido denunciado por ninguna irregularidad) por parte de un analfabeto.

Pero ¿En que país vivimos?. ¿Quien nos gobierna?. ¿De qué miserable ralea proceden los administradores del bien público y social?.¿La Junta de Castilla-La Mancha estaba en connivencia con "el pocero" al recalificar unos terrenos que éste hacía poco había comprado a precio de terreno baldío? ¿La inmoralidad, la falta de escrúpulos y la ausencia de ética profesional y política se han instalado en los despachos de políticos, empresarios y banqueros?. ¿No hay ningún estamento oficial que vigile el buen y recto funcionamiento de la economía empresarial, de la Justicia, con mayúscula, y la honorabilidad de los políticos en los que se ha depositado la confianza para la buena administración y la representación de un país, de una comunidad, de un municipio?. ¿A este tipo de marrullerías es lo que los defensores del sistema liberal llaman Economía de Libre Mercado?

Sobre el asunto Filesa, el de Banca Catalana con el, entonces, "molt honorable" señor Pujol, el asunto de la Expo de Sevilla, la estafa de un corredor de Bolsa de Madrid a unos centenares de ahorradores, el de la Caixa de Cataluña con el señor Montilla, la estafa de Forum Filatélico y Afinsa, el asunto de Marbella, el del 0,7 de Convergencia y Unió, el asunto del señor Botín, en fin, en todos estos asuntos, y en alguno más que habrá, se han tardado años en destapar y a continuación se ha intentado por todos los medios correr un grueso y tupido velo, para encubrir o restar importancia a las infracciones, estafas y delitos fiscales que han cometido distinguidos y reputados empresarios, banqueros y políticos, ¿Por qué?. ¿Por qué?. ¿Por qué?. Hay tantos porqués sin responder, silenciados al pueblo soberano (?), silenciados a los cándidos e ignorantes contribuyentes y a los aún más cándidos, ignorantes y manipulables votantes.


pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño de tercero
Miguel de Cervantes