Notición

Me he enterado por el receptor de rayos catódicos (mal rayo torcido lo parta) que preside el salón de mi casa de que este mozo ha estado en un club de alterne (un puticlub, joer) llamado Coloretes o algo así, y se ha gastado ¡seiscientos! euros en que le alegren las pajarillas. Bueno y qué?. ¿Es que porque el chico no salga muy favorecido en las fotografías ya no tiene derecho a echar una cana al aire de vez en cuando?. ¿O es porque las atenciones que recibió de la meretriz de turno no eran merecedoras de tal dispendio?. ¿Y quien fue el notario que dio fe de que entre el carabobo y la barragana no hubo un revolcón merecedor de tal inversión?.

Los plumillas de hoy en día deben haber obtenido el título correspondiente para ejercer de tales en la universidad de la esquina, de la esquina de su calle, claro, porque no se explica, o no me explico, cómo no han aprendido a distinguir entre un notición y una noticia pajarera (noticia volátil e insignificante como un pajarillo). "El que un perro muerda a una persona no es noticia, la noticia es que una persona muerda a un perro", esto lo dijo un periodista veterano y curtido en las lides de la búsqueda del notición para la primera página, aunque luego el jefe de redacción se la pusiera en la tercera.

O sea que la noticia en este caso (a ver si os enteráis pollinos de la alcachofa), hubiera sido que el carabobo le hubiera cobrado a la meretriz seiscientos euros por el servicio prestado. Eso hubiera merecido la pena que saliese en horario "time prime" y con todo tipo de detalles descriptivos: cual fue el servicio, como lo hizo, cuanto duró, si la dejó a gusto, si la habitación era acogedora, si las sábanas estaban limpias, si había luz tenue para crear intimidad, ...etcétera, etcétera.

Si es que no hay profesionalidad, ni ná de ná.